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Inteligencia artificial (IA)

Se considera inteligencia artificial (IA) a la capacidad de una máquina para imitar el intelecto y el comportamiento humano. Que sea capaz de aprender, adaptarse a cambios y tomar decisiones que permitan solucionar problemas de forma flexible, llegando al punto incluso de ir mejorando y evolucionando según resuelve y percibe nuevos problemas.

Es un término que comenzó a utilizarse a mediados del siglo XX sobre maquinaria que era capaz de realizar labores humanas como mantener una conversación. De hecho, en 1950 el matemático Alan Turing enunció la conocida como Prueba de Turing, un test cuyo objetivo es comprobar si la máquina a medir es capaz de hacerse pasar por un humano en una conversación sin que el otro interlocutor sepa que está hablando con una máquina.

Dicho test ha sido ampliamente aceptado dentro de la filosofía que sigue la inteligencia artificial, aunque en la actualidad sólo puede usarse para máquinas que usan la inteligencia artificial para procesar lenguaje natural y se ha ido adaptando a los nuevos objetivos.

Para categorizar estos sistemas se utilizan dos valores, la capacidad de pensar o actuar y la capacidad de hacerlo “como humanos” o “racionalmente” y se categorizan de la siguiente manera:

  • Sistemas que piensan como humanos. Centrados habitualmente en procesos de aprendizaje y toma de decisiones.
  • Sistemas que piensan racionalmente. Imitan la parte racional del pensamiento humano utilizando la lógica de las acciones, suele usarse en sistemas expertos altamente especializados.
  • Sistemas que actúan como humanos. Aquí estarían los robots que imitan el comportamiento humano a la hora de, por ejemplo, desplazarse.
  • Sistemas que actúan racionalmente. Sistemas o aplicaciones que actúan para maximizar los resultados de éxito en una tarea concreta, también son altamente especializados.

Un ejemplo de inteligencia artificial aplicada a la vida diaria podría ser el modo automático de un teléfono móvil inteligente. Cuando se toma una fotografía en estos modos, habitualmente es el teléfono el que decide, mediante su software de inteligencia artificial, las condiciones que debe utilizar en la configuración de la cámara, así como la posible composición o filtros aplicados para que la imagen capturada sea mejor.

También entra la inteligencia artificial en la toma de decisiones de una aplicación GPS que optimiza la ruta de un transportista en función de los paquetes que debe entregar, el tráfico actual y el esperado o incluso del tipo de conducción o las condiciones meteorológicas previstas.

Por supuesto, también la inteligencia artificial es utilizada en la actualidad para mejorar la comunicación con dispositivos conectados usando asistentes de voz, facilitando la comprensión cuando se utiliza un lenguaje coloquial o en aplicaciones técnicas en las que se facilita la toma de decisiones al profesional que las utiliza, evaluando todos los datos disponibles de forma rápida.

Son cada vez más los sectores que aprovechan las capacidades de la inteligencia artificial no sólo para programar androides como se creía cuando se acuñó el término en sus primeros años sino para procesar grandes cantidades de datos y obtener, con el adecuado aprendizaje, ventajas competitivas en sus mercados.