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Grooming

Son muchos los peligros que acechan en la red y hay que tener especial cuidado cuando esas amenazas pueden afectar a las personas menores de edad. El grooming es una práctica de acoso y abuso sexual que se produce entre una persona menor de edad y otra en la edad adulta. 

La forma en la que se lleva a cabo es algo meditado y pausado en el tiempo. Habitualmente, este tipo de prácticas se dan sobre todo a través de redes sociales, pero también a través de plataformas de juego online que cuentan con servicios de chat. 

Un ejemplo de cómo podría ser la primera toma de contacto es el siguiente: el delincuente se crea un perfil falso que resulte atractivo para la víctima (misma edad, gustos y aficiones comunes, etc.), contacta con la persona menor y poco a poco, va tejiendo un vínculo de confianza para consolidar aún más esa supuesta relación de amistad. Otra práctica habitual es la de hacer algún tipo de obsequio a la víctima para ganarse su atención.  

Llegados a ese punto, el agresor puede ejercer un control emocional sobre la víctima pidiéndole por ejemplo hablar en un entorno más íntimo y privado (a través de WhatsApp o realizando una vídeollamada), llegando incluso a solicitar que le envíe alguna imagen de contenido sexual o que realice alguna acción con la misma finalidad. Una vez la persona menor accede a esas peticiones es cuando el agresor comienza a chantajearle y amenazarle con publicar esas imágenes si no obedece a sus demandas. 

Todo esto se agrava porque, en muchas ocasiones, la víctima, movida por un sentimiento de culpa y vergüenza, termina cediendo a las peticiones del delincuente. No hay que olvidar que uno de los objetivos que persigue el abusador es el de ejercer un control absoluto sobre la víctima, aislarle de su entorno más cercano (como familia y amistades) para poder manipularle con mayor facilidad y que ceda a su chantaje. 

Las consecuencias de estos actos delictivos son muy graves: el ciberacosador no solo puede conseguir contenido digital del menor (imágenes y vídeos), sino que podría llegar a tener encuentros con su víctima y derivar en abusos físicos. Sin olvidar, las consecuencias psicológicas que pueden aparecer en la víctima. 

Este tipo de delitos es más común de lo que se piensa y se han visto incrementados como consecuencia de las medidas de aislamiento social puestas en marcha recientemente. Durante el confinamiento ocasionado por la pandemia de COVID-19, la Guardia Civil llegó a detectar un incremento del 507% en el tráfico de vídeos pedófilos. Y en la última década, en España los datos de casos de grooming han aumentado un 300%, pasando de 273 casos en el año 2008 a un total de 1.093 casos en 2019. 

Para prevenir este tipo de situaciones es muy importante que las personas menores de edad observen unas prácticas de navegación seguras, que en todo momento sean conscientes de los riesgos a los que se enfrentan y que la sociedad ponga a su disposición las herramientas necesarias para saber reconocerlos y protegerse ante ellos.