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Ciberespionaje

Es el acto de obtener secretos sin el permiso del poseedor de la información (personal, sensible, propietaria o de naturaleza clasificada), de individuos, competidores, rivales, grupos, gobiernos y enemigos para ventaja personal, económica, política o militar usando métodos virtuales. El ciberespionaje consiste en acceder a los secretos y archivos clasificados o en controlar  ordenadores individuales o redes enteras para robar información o sabotear.

Uno de los problemas más difíciles con respecto a la guerra cibernética es definir el ciberespionaje. Muchas naciones y organismos internacionales han creado sus propias definiciones, pero ha sido difícil reducirlo a un consenso único. Hay factores que influyen en cómo se percibe el ciberespionaje, por ejemplo:

  • La extensión y la naturaleza del daño causado por el ataque.
  • La identidad de los
  • El uso de la información robada.

Un conjunto de pautas para la guerra cibernética entre estados y naciones, el Manual de Tallin, intenta proporcionar definiciones, procedimientos y reglas que rigen las operaciones cibernéticas internacionales. Publicado en 2013 como resultado de una conferencia organizada por el Centro de Excelencia de la Ciberdefensa Cooperativa de la OTAN en Tallin (Estonia), define el espionaje cibernético como “un acto emprendido clandestinamente o bajo falsas pretensiones que utiliza capacidades cibernéticas para recopilar (o intentar recopilar) información con la intención de comunicarla a la parte contraria”.

Aunque el ciberespionaje suele tener como objetivo específico obtener información secreta con fines maliciosos, eso no explica la intención del ataque ni la naturaleza de la información robada. A efectos del derecho internacional esta definición es apropiada. Como mínimo, es más útil para las naciones que son víctimas de ciberataques extranjeros. Por extraño que parezca, en el mundo moderno no son los obstáculos técnicos, sino más bien legales y políticos, los que dificultan que los estados nacionales se defiendan de los ciberataques.

Por lo tanto, una definición que abarque todo el ciberespionaje como la que ofrece el Manual de Tallin es importante porque permite que las naciones víctimas tomen las contramedidas apropiadas incluso para la más mínima intrusión.

Tendencias actuales

Hay dos tendencias principales asociadas con el ciberespionaje moderno de los Estados-nación que han dado forma no solo al paisaje del ciberespacio sino también a la percepción pública del ciberespionaje y la guerra.

El primero de ellos es que el ciberespionaje se está volviendo más avanzado, efectivo y profesional. Esto es natural, ya que nuestro mundo se vuelve cada vez más dependiente de las computadoras. El nivel de avance asociado con las operaciones cibernéticas recientes deja pocas dudas de que estas operaciones sólo podrían haber sido realizadas por entidades grandes y poderosas, es decir, algunos gobiernos específicos con el poder y los recursos para dedicar al desarrollo de tales herramientas. Un ejemplo de esta tendencia y un importante punto de inflexión en el espionaje cibernético fue el descubrimiento del virus Stuxnet en 2010.

Eso significa que el ciberespionaje no es ciencia ficción, pues hace tiempo que se ha convertido en una práctica habitual y real. Esto lleva a la segunda tendencia: el ciberespionaje entre países se está convirtiendo en un medio de guerra aceptado e incluso preferido. Eso no quiere decir que el ciberespionaje reemplace los medios tradicionales de guerra, pero ya está afectando la naturaleza del conflicto entre naciones y estados. Este cambio comenzó con la Guerra Fría, cuando Estados Unidos y Rusia centraron sus esfuerzos en la recopilación de información encubierta sobre la guerra directa.

Debido a que la guerra total entre las principales potencias mundiales se ha vuelto menos aceptable en el mundo moderno, tiene sentido que la preferencia por estrategias más furtivas haya continuado en el siglo XXI a través de la Red. Durante las últimas décadas, a medida que la tecnología se ha vuelto más avanzada, las herramientas de ciberespionaje se han vuelto indispensables para las operaciones militares modernas.