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Ciberacoso

Es el acoso que se produce digitalmente a través de teléfonos, ordenadores o tablets ya sea por mensajes en redes sociales, aplicaciones, foros, videojuegos, etc. Cyberbullying en inglés.

Un ejemplo de ciberacoso es enviar, publicar o compartir contenido negativo, perjudicial, falso o despectivo sobre una persona para humillarle, avergonzarle públicamente o provocar otro tipo de daño. El ciberacoso puede llegar a considerarse un delito penal e incluso ser condenado con penas de cárcel.

Se trata de una realidad en las aulas y fuera de ellas que incluye daño intencional como mentiras, rumores, burlas, insultos para ridiculizar a la víctima y aislarla de otros compañeros. Se produce además habitualmente de forma repetida y rutinaria a través de móviles, redes sociales, fotos, vídeos, foros, etc. Aunque cualquiera puede ser víctima de ciberacoso, es un problema que afecta habitualmente a los menores, que suelen sufrirlo tanto en el ámbito educativo como fuera de él, propiciado por el uso malintencionado de internet y de las nuevas tecnologías por parte de las personas que ejercen el acoso.

Es posible detectarlo si el menor sufre cambios en su estado de ánimo como ansiedad, ira, cansancio, variaciones en sus hábitos alimenticios, problemas de salud derivados del estrés como mareos, dolores de cabeza o estómago, altibajos en su rendimiento escolar, falta de asistencia a clase, menor uso de internet, etc. Y es que el ciberacoso suele dejar secuelas psicológicas graves con daños en la autoestima y la capacidad de relacionarse con los demás, llevando en ocasiones a provocar depresión o incluso a autoinfligirse daño.

El ciberacoso tiene algunas características que agravan su impacto sobre el acoso tradicional. Al producirse a través de dispositivos eso provoca una deshumanización de la víctima al no visualizar directamente sus reacciones ni el daño al que se le somete y una desinhibición del comportamiento que hace que quienes lo ejercen se atrevan a comportarse como no lo harían en persona, incluso de una manera muy agresiva. Además, el anonimato provoca una falsa sensación de impunidad.

Colaborar con el ciberacoso, incluso sin una intención dañina expresa y manifiesta, es fácil y rápido: basta con compartir o dar me gusta a mensajes o contenidos destructivos. Cualquier persona, sea menor de edad, famosa o anónima puede ser víctima del acoso a través de internet. Basta con que sus datos estén online para que alguien pueda acosarle virtualmente y, en ocasiones, esas amenazas acabar produciéndose después en el mundo real.

Una vez que se detecta o que la víctima pide ayuda se aconseja dar apoyo y calmar posibles sentimientos de culpabilidad, así como hacer capturas de todos los ataques (comentarios, fotos, vídeos, etc.) para recopilar evidencias de cómo y cuándo se produjo el ciberacoso. En ningún caso se aconseja borrarlos ni ponerse en contacto con los acosadores. También se recomienda ponerlo en conocimiento del colegio en el caso de los menores para que hagan un seguimiento del caso y proporcionar apoyo psicológico. Si el problema persiste es importante denunciar el caso de ciberacoso a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en la comisaría más cercana.